Apego, autonomía y movimiento libre: Todo lo que necesitas saber

El apego es un concepto fundamental en la psicología y en el desarrollo humano. Se refiere al vínculo emocional profundo y duradero que se forma entre un niño y su cuidador principal, generalmente madre o padre, aunque también puede ser otro adulto que cumpla este rol, como pueden ser profesores y otros miembros de la familia.

La importancia del apego radica en varios aspectos:

Fomentar un apego seguro es una de las responsabilidades fundamentales de los cuidadores y puede tener un impacto significativo en el bienestar y el éxito de un individuo.

Un dato a tener en cuenta es que, para desarrollar su autonomía, antes debe existir un apego seguro y de la mano de estos dos conceptos surge también el movimiento libre, una forma de educar a niños autónomos y seguros de sí mismos. 

En este sentido, seguro que habéis escuchado mucho sobre la filosofía Pikler y Montessori. 

El método Montessori fue desarrollado por la doctora italiana María Montessori, la cual revolucionó el mundo de la educación poniendo al niño como protagonista del proceso de aprendizaje; creía que era la escuela y las familias las que se tenían que adaptar a los niños y no al revés. Sus premisas principales son la autonomía del niño, su independencia y el aprendizaje en libertad.

Por su parte, la pedagogía del Movimiento libre fue desarrollada por la pediatra húngara Emmi Pikler. Preocupada por las secuelas que dejaba en aquellos niños la falta de contacto con sus padres -tristeza, desarrollo deficiente, etc-, la doctora Pikler inició una serie de investigaciones y configuró una pedagogía que partía de una doble necesidad por parte de los niños: la necesidad de apego y la necesidad de autonomía.

Emmi Pikler abanderaba una crianza en la que la relación adulto-niño/a se basa en los cuidados cotidianos, la confianza y la comunicación efectiva. Las necesidades básicas y las afectivas del bebé han de estar cubiertas para garantizar un óptimo desarrollo físico, psíquico y emocional.

El adulto, dentro del contexto de una relación afectiva sólida y saludable,   y en un espacio adecuado y adaptado a la edad del bebé/niño,  le acompañará en su desarrollo motor y emocional. 

El bebé, al sentir ese vínculo forjado desde la seguridad con el adulto, se lanzaría sin miedo a explorar libremente el  espacio y a descubrir sus propias capacidades poco a poco, que es lo que conocemos como movimiento libre. 

En resumen, el apego es esencial para el desarrollo emocional, social y psicológico de un niño, y su influencia puede extenderse a lo largo de toda la vida, por lo que es de vital importancia cuidarlo y forjarlo desde el nacimiento y durante toda la etapa infantil pero, sobre todo, durante los 8 primeros años de la crianza. 
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